“NUESTROS” PARAGUAYOS
por: Edson C Contar
desde Campo Grande MS Brasil
Mato Grosso do Sul reúne, sin duda, una de las mayores concentraciónes de familias paraguayas en todo Brasil...
De éstas, la amplia mayoria, acabó por establecerse en Campo Grande desde el año de 1905, cuando aquí llegó Eugenio Escobar y su esposa Simeona Rodrígues...
Desde entonces, fueron miles los que se aventuraron y acabaron haciendo de Campo Grande su garita y realización profesional.
Antes sin embargo, muchos de ellos pasaron por la historia de la empresa Matte Naranjo , en la región de frontera, donde su experiencia y conocimiento profundo en la elaboración de la Yerba mate los volvió imprescindibles en las actividades de la empresa.
Con el tiempo y con el cierre de la Matte, se fueron desplazando para centros mayores en búsqueda de la supervivencia.
Hábiles en el trato con el cuero y la madera, muchos no tuvieron dificultades en asentarse en la vida, creando aquí sus familias que hoy cuentan hasta cinco generaciones.
También , muchos héroes de la guerra del chaco vinieron para Campo Grande con sus famílias...Se cuentan más de docientos de ellos, con gran número de descendientes nacidos acá.
Son esos descendientes todos los que hoy, mantienen la tradición de las costumbres de la raza guaraní en nuestro medio, influenciando sobremanera nuestra cultura y nuestras costumbres.
Aún con el acentuado número de inmigrantes árabes, japoneses, portugueses, italianos y españoles, en Mato Grosso do Sul, los paraguayos todavía son mayoría en todos los sectores de la vida sur-mato-grossense.
Interesante notar que, en Asunción y otras grandes ciudades paraguayas, los ritmos musicales y modismos extranjeros consiguieron espacios en la conducta de sus habitantes, siendo que, por aquí, los paraguayos y sus descendientes hacen lo contrario: cultivan sus costumbres e influencian en las nuestras.
El tereré, las polcas y guaranias, la sopa paraguaya y el chipá, están presentes por todos los rincones y en todas las ocasiones. Una gran victoria de la gente paraguaya que aún sufriendo, por muchos años, el prejuicio generado por una historia desfigurada de la infeliz guerra , supo imponerse por el trabajo, competencia y dignidad de sus miembros.
Sus descendientes son profesionales libres y operarios de destaque en las empresas del Estado y su cultura es mantenida con el mismo apego de sus ancestrales.
Y, ese ejemplo de amor a sus raíces van impregnando a los brasileños y volviendolos un poco paraguayos, principalmente en el uso del tereré y en la musicalidad regional que sufre gran influencia de los ritmos paraguayos.
Es raro en alguno de nosotros, brasileños de Mato Grosso do Sul, que no aprecia y canta la canción paraguaya, dejando siempre escapar un sapukai cuando oye una guitarra y una arpa...
Indudablemente, hacen parte de nuestra história...Son los "nuestros paraguaios" jajaja
Campo Grande es una Babel que salió bien...
Aquí se come quibe, pizza, paella, sobá, bacalao, churrasco y locro en una sóla mesa, al son de una guarania...y al atardecer todos se reúnen en una rueda de tereré!!!
Y se va la primera!!!!
PEQUEÑAS HISTORIAS DE “NUESTROS” PARAGUAYOS”
De los cientos de familias paraguayas aquí residentes, hace mucho tiempo, se preservan historias de sacrificios y sufrimientos vividos por sus antepasados y, este registro va, poco a poco, formando una historia que valoriza y enriquece cada vez más, la admiración que sus descendientes gozan en nuestro medio.
A lo largo de la historia de Campo Grande, está presente la participación paraguaya en todos los sectores de nuestro desarrollo.
En los archivos de la “Fundación Eduardo Contar” encontramos algunos de esos nombres, entre los cuales, destacamos pequeñas historias, de entre tantas que tendríamos para contar.
Las familias allí apuntadas son los siguientes:
Achucarro, Acosta, Aguilar, Aguilera, Aguirre, Ajala, Ayala, Alarcon, Alcaraz, Aquino, Amarilha, Aranda,Arce,
Arévalo, Artigas, Arguello, Assuncao, Almada, Ávalos, Aveiro, Azevedo,Azeeiro,
Balbuena, Barbosa, Barrios, Barsi, Baungarten, Bernal, Benites, Benitez, Brites, Britez, Bordon, Brun, Cabreira, Caballero,Cabanha, Cáceres,Calves,Canhete,Cantero, Carrijo, Carrilho, Casarteli, Castro, Chamorro, Chaparro, Colman, Coronel, Cordeiro, Cordero,Conte, Cristaldo, Dias, Domingues, Diaz, Echeverria, Escobar, Escudero, Espindola, Esquivel,
Flores,Florentin, Freitas, Figueredo, Freire, Gaioso, Galeano, Gamarra,Garcete, Gavilãn, Gauto ,Gonzales,
Guilherme, Gimenez, Gonçalves, Granda, Gutierres, Hermonsilla, Ibanhez, Jara, Laburu, Lescano, Lesme,
Leguizamon, Lhano, Lopes, Lovera, Lugo, Luna, Maldonado, Martinez,Melgarejo, Miranda,
Montania, Montero, Ocampo,Ojeda,Ortega,Ortiz, ,Ovando, Ovelar,Oviedo, Paiva, Palermo, Parra, Pavão, Peralta,Perez,Pettengil,Posso,Quevedo, Quintana,Ramires,Ramirez, Recalde, Rojas, Romeiro,
Romero, Rodrigues, Rodriguez, Saldívar, Salun, Sanábria, Samaniego, Samúdio, Sanches, Sanchez, Semidei, Silveira, Silvera, Sogóvia, Sória, Vargas, Vegine, Velasco,
Velasquez, Verá, Viegas, Vierci, Vilhalba, Villa, Ximenes, Zárate
De éstas, recordamos que gran parte de ellos son, ex combatientes de la “Guerra del Chaco” y otros de la llamada “Guerra de 1947”, además de, exiliados que sufrían persecuciones durante la dictadura en aquel País.
EUGÊNIO ESCOBAR
-Nuestro primer paraguayo-
Todavía en el inicio del siglo XX, por los idos de 1905, llegaba la Villa de Campo Grande la pareja Eugênio Escobar y Simiona Rodrigues, con tres hijos.
La búsqueda por mejores condiciones de trabajo habría sido el motivo del agotador viaje que Eugenio, con suya familia, emprendieron desde la región de Concepción para abrigarse en la pequeña y prometedora villa de Campo Grande.
Considerado el fundador del primer núcleo paraguayo en Campo Grande, fue , a lo largo del tiempo, abrigando patricios que aquí llegaban con los mismos sueños.
En su pequeña casa en la Villa Carvalho, dejó historias de lucha y ejemplos que sirvieron de rumbo para sus descendientes y hermanos paraguayos que acogió.
Sus descendientes continúan presentes en nuestro vecindario, honrando siempre la saga de los Escobar.
JUAN NICANOR LUGO y MARIA SAMUDIO LUGO
- los amigos de San Miguel-
En una pequeña capilla, construida por la familia Lugo, anexada la residencia de Francisco Samudio y su esposa Ramona Lugo Samudio; se reúnen, anualmente, paraguayos y brasileños, para la novena la San Miguel, culminando con una misa rezada por un nieto de Nicanor Lugo, que es sacerdote, en una ciudad próxima a Campo Grande. Toda la novena y la misa son rezadas en castellano.
La historia sería común, como otras devociones que normalmente los paraguayos realizan por aquí, en épocas tradicionales, como: la fiesta de San Juan, realizada anualmente por los descendientes de la Sra. Juanita; Santa Librada, realizada por los descendientes de Catarina Ibañez y la de Santa Catalina, por los descendientes de la Sra Conchê Villalba...Son fiestas que la comunidad paraguaya legó la tradición de fe, hoy adoptada por la población de Campo Grande... Sin embargo, la historia del evento realizado por los Lugo, tiene algo más de original, como veremos a seguir:
Volvamos al recuerdo de la inditosa “gran guerra” para conocer la historia de la Sargento Francisca Martinez que al refugiarse de la masacre, en una pequeña trinchera encontró un pequeño baúl y, dentro de él, la imagen de San Miguel, esculpida en madera, quizás dejada por los Jesuitas...
Francisca se apoyó en la imagen depositando en el Santo sus últimas esperanzas de sobrevivir...
Finalizada la batalla, Francisca pasó a dedicar una novena la San Miguel y, antes de fallecer pasó la responsabilidad a su hija Agostina Canabesi Vallejo, casada con Apolinário Vallejo, dando siempre continuidad a la promesa de la madre....
A su vez, Agostina pasó la misión para su hija Maria Vallejo Lugo, casada con Juan Nicanor Lugo...Es aquí que llegamos a nuestra historia:
Lugo era teniente del ejércíto paraguayo durante la “guerra del Chaco” y comandaba un escuadrón que vendría a participar de la feroz batalla que culminó con la tomada del Fortín La China...
Maria y toda la nación paraguaya rezaba por sus soldados, apelando-si la imagen de San Miguel Arcanjo y la de Nuestra Señora de Caacupé.
Exactamente el día 29 de septiembre (día de San Miguel) llegó la noticia de la victoria sobre el fuerte y Lugo salió con vida del combate, reforzando, todavía más, la fe de la familia en el santo protector.
En 1935 la familia Lugo vino para Brasil, trayendo con ellos la imagen histórica, pasando a residir en Punta Porã, hasta que, en 1939 se cambió para Campo Grande... Aquí, continuaron las novenas y misas, cumpliendo la promesa de tres generaciones agradecidas a su protector y amigo.
Juan Nicanor Lugo y su esposa, recibieron bendiciones que se reflejan en la numerosa y digna familia que aquí construyeron, siendo sus hijos y nietos personas de destaque en nuestra ciudad, gozando de la amistad, admiración y respeto de todos...
Pero, la historia no acaba aquí...
Hay más cosas entre los Lugo y San Miguel “ que supone nuestra vana filosofía” – parodiando a Shakespeare-...
Maria Vallejo Lugo mantuvo la promesa hasta su último suspiro (falleció en 1992) pasando para su hija Ramona Lugo Samudio-casada con Francisco Samudio en 29 septiembre 1946- la responsabilidad llegando ahí la cuarta generación fiél a la promesa de la sargento Martinez, desde aquella pequeña trinchera manchada de sangre de sus compatriotas.
Juan Nicanor Lugo ya había partido antes de su Maria, en una tarde de 29 de septiembre de 1960, exactamente, el día de San Miguel Arcanjo que tanto le protegió.
Una vez más, San Miguel se hizo presente en la historia de la familia Lugo.
En aquel día, la comunidad paraguaya perdió más uno de los suyos “guerreros” ejemples y Campo Grande se despidió de más uno de los sus paraguayos ilustres.
Y la novena continúa...Siempre en castellano, siguiendo la tradición que ya completa 140 años, desde el encuentro de la imagen.
Estoy seguro... Maria y Juan Lugo, están siempre por allá, espiritualmente, agradeciendo a ángel amigo.
NICÁCIO ZÁRATE- (GABINA)
-El pan nuestro de cada día-
Concepción envió para nosotros muchas familias que aquí participaron del crecimiento de la ciudad, colaborando en su desarrollo y demostrando capacidad en las actividades que ejercieron.
Aunque muchos paraguayos hayan traído técnicas avanzadas en el manoseo con la carne y el cuero, otros como hábiles carpinteros o barberos (hoy llamados, cabelereiros), Nicácio Zárate trajo consigo la habilidad en el trabajo en panificación, oficio que había aprendido todavía en Paraguay en los años idos de 1920.
Antes de llegar a Campo Grande, con su esposa Gabina Zárate y tres hijos nacidos en Paraguay, Nicácio pasó algunos años en la región de Punta Porã, trabajando en la Compañía Mate Naranjo, a ejemplo de muchos otros que habían cruzado la frontera para buscar mejores condición de vida.
Héroe de la guerra del Chaco, no le gustaba recordar el sangriento episodio que había marcado su alma en plena mocedad.
Cuando, en 1939, aquí llegó, traía consigo sólo las marcas del sacrificio que él y Gabina dedicaron por muchos años en la cosecha de la hierba mate, para juntar con eso economías para iniciar nueva vida.
Así, llegó a Campo Grande, trayendo en su bornal sólo cédulas de esperanza y fe, en una ciudad que apostaba hacia el progreso, por su localización privilegiada y por ser el centro comercial más importante de la región.
Desde los primeros tiempos la suerte brilló para Nicácio...
Con los conocimientos que tenía, en ramo de panaderías, rápido consiguió colocación como panadero en la Panadería Moderna. De allí fue conquistado por el italiano Lanteri para ser el panadero jefe de la Panadería Italiana y más tarde, asumió las masas de la Panadería Central.
Muy bienvenido por los patronos, consiguió juntar economías para tener casa propia y crear los diez hijos, siete de ellos nacidos brasileños.
Nicácio permaneció en el último empleo hasta su jubilación y pudo acompanar el nacimiento de muchos nietos con los cuales convivió hasta su último día de vida.
Activo y desprendido, aunque con avanzada edad, alquiló un terreno vecino donde plantaba verduras, legumbres , frutas y criaba gallinas y cerdos, productos que hacían hartas las mesas que reunían constantemente sus familiares y amigos.
Su esposa Gabina, además de cumplir con su ardua tarea en la creación de los hijos, tenía una característica que enriquecía la nobleza de la mujer paraguaya, asistiendo a enfermos necesitados que residían en la región de la Villa Carvalho e inmediaciones...
El local era todavía inhóspito y, cuando era necesario, Gabina empuñaba un machete, sus jeringas de inyección y equipamientos de curativos, yendo a atender los enfermos, abriendo caminos difíciles en la mata que existía en aquel pedazo de la vieja Campo Grande.
Con ella, iba una hija, iluminando el camino con una linterna, teniendo Dios como guía y protector.
Este aspecto de bondad de los Zárate quedó marcado en muchos paraguayos que aquí llegaban, a los cuáles la pareja recogía, alimentaba y orientaba para que empezasen sus vidas en el nuevo oporto que eligieron. Muchos de aquellos, eran compañeros de Zárate de los tiempos del Chaco y otros oriundos de la Mate Naranjo.
De los diez hijos, dos retornaron a Paraguay y allá se formaron...Nolberto es oficial jubilado de la Aeronáutica y Roberto es arquitecto. (Residen todavía en Asunción).
Las reuniones familiares que Nicácio y Gabina insistían en promover semanalmente, continúa hasta los días de hoy, pasando de generación para generación una costumbre que mantiene unida la familia, en un sistema rotativo de encuentros semanales donde la hartura está presente en las mesas y la alegría en los corazones.
Nicácio Zárate partió en 1988 y Gabina fue a hacerle compañía siete años después...
De dónde están, ciertamente asisten a los que quedaron, felices en ver renovados de cada generación los princípios de trabajo, Fe, honestidad y honra que dictaron con sus ejemplos.
Dios los tenga!